Aunque este no pertenece al tema para el que está concebido
mi blog, quien me conoce bien sabe que aparte de la peluquería y la barbería,
otra de mis pasiones es la historia. Pues bien, hoy he decidido ilustraros un
poco sobre la fiesta que desde hace unos años se ha implantado en nuestros
calendarios en detrimento de la popular y autóctona Fiesta de todos los Santos y todos los Difuntos. Ni que decir tiene que
disfrazarse la noche de halloween e ir a fiestas es mucho más divertido que la
visita socialmente obligada al cementerio del día 1 de noviembre, aunque no por
ello menos importante de cara a los que un día fueron nuestros seres
queridos. Pero, ¿De donde surge todo
este mini carnaval del terror, con brujas, fantásmas y seres mágicos de todas las clases y
tales referencias a la muerte?
Origen:
La palabra Halloween viene de All Hallows’ Eve o víspera de
Todos los Santos y se celebra en los países anglosajones el día 31 de octubre.
Para hablar de su origen nos tenemos que ir muy atrás en el
tiempo, concretamente a la cultura celta que pobló la Europa prerromana. Los
pueblos Celtas celebraban el último día de Octubre el Sanhaim o fiesta del fin
del Verano, que en la cultura Celta coincidía con el fin de la recogida de la
cosecha y el fin de año celta. Era costumbre en ellos que tanto el día como el
año comenzasen con la noche y la estación oscura (invierno) respectivamente.
La creencia popular indicaba que en la noche del Sanhaim, la
línea que separaba nuestro mundo del más allá se disipaba, permitiendo tanto a
las almas de los difuntos como a los espíritus malignos deambular por nuestro
mundo. En esa noche, era costumbre cubrirse con la cabeza y pieles de los
animales sacrificados a fin de ahuyentar los malos espíritus mientras que las
brujas y brujos celebraban el sabbath, la fiesta donde hacían ofrendas a Satanás
consistentes en ritos, actos sexuales y muerte.
Roma:
Tras la conquista de los territorios celtas a manos del
Imperio Romano, esas fiestas se incorporan a las ya existentes en el Imperio,
que eran por un lado la Feralia, en la que se rendía culto a los muertos y la
Pomona, la fiesta del fin de la cosecha, donde las manzanas adquirieron gran
relevancia.
¿Y la fiesta se hizo Cristiana?
En la época en que predominaban fiestas paganas, los Papas
Gregorio III y Gregorio IV intentaron suplantar éstas y darle un cariz más
Cristiano, por lo que la fiesta de todos los santos, que hasta entonces había
sido el 13 de mayo, se trasladó al 1 de Noviembre, uniéndose a la de todos los
difuntos el 2 de Noviembre.
Llegada a Norteamérica y expansión:
En 1840 esta festividad llega a EE.UU. y Canadá de la mano
de los inmigrantes irlandeses, versionando la festividad tras la Gran Hambruna
Irlandesa e introduciendo el elemento más característico de esta fiesta, la
calabaza tallada con la vela en el interior o la Jack-o’-lantern, inspirada en
la leyenda de Jack el tacaño.
Es una leyenda irlandesa que data del siglo XVIII, en la que
cuenta que Jack era un hombre bebedor, jugador y muy holgazán, que pasaba los
días tirado a los pies de un roble. Cierto día se le apareció Satanás con la
intención de arrastrarlo con él a los infiernos. Jack desafía al diablo a
trepar al roble, cuando éste acepta y sube a la copa, Jack talla una cruz en el
tronco del árbol impidiéndole descender. Es entonces cuando ambos llegan a un
acuerdo, Jack permitirá bajar al diablo si este no vuelve a tentarlo con el
juego y la bebida.
Tras la muerte de Jack, se le impide la entrada al cielo por
sus pecados, pero Satanás también le impide la entrada al infierno en castigo
por haberlo engañado. Para compensar la condena de vagar por la helada
oscuridad del limbo hasta el día del Juicio Final, el diablo le entrega una
brasa colocada dentro de un nabo ahuecado para que ardiera por mucho tiempo y
poder iluminar su camino. Los irlandeses solían tallar nabos para fabricar sus “faroles
de Jack” pero tras su llegada a Norteamérica, advirtieron que las calabazas
eran más abundantes que los nabos, por lo que la costumbre de tallar calabazas
y meter una vela en su interior toma forma, pero no como la creencia popular
indica, para convocar a los espíritus, sino todo lo contrario, para mantenerlos
alejados.
Truco o trato:
Esta practica surgió en Europa en el siglo IX, llamada
Souling o servicio para las almas. Se creía que tras la muerte, las almas
vagaban un tiempo por el limbo y las oraciones de los vivos, incluso de los
desconocidos ayudaban a su ascenso al cielo. Por lo que los cristianos
primitivos recorrían los pueblos el 2 de noviembre mendigando por las casas los
pasteles de difuntos (Soul cakes). Cuantos más pasteles recibían, mayores
tenían que ser las oraciones para los difuntos de sus benefactores.
La llegada a EE.UU. de esta costumbre viene tras la pérdida
de control de la población en la que la cultura irlandesa y escocesa llama la
noche traviesa o Mischief, que consistía en derribar cercos, jabonar ventanas o
taponar chimeneas. Pero esos desmanes fueron tornándose más oscuros
gradualmente hasta desembocar en actos de crueldad con otras personas, llegando
a su punto más álgido en 1920 con las masacres del Ku Kus Klan.
Tras esto, diversos grupos de comunidad buscaron
alternativas de diversión familiar para contrarrestar el vandalismo, como
concurso de calabazas talladas, de disfraces, fiestas de niños y adultos y
retomando la costumbre de los antiguos cristianos yendo casa por casa
disfrazados o con máscaras y ofreciendo una sencilla representación o breve
pieza musical a cambio de comida y bebida.
Expansión y llegada a España:
En la segunda mitad del siglo XX, el cine y la televisión ha
ejercido de puente entre las costumbres estadounidenses y las europeas,
ejerciendo tal influencia que en Europa y cada año con más fuerza en España,
casi hemos instaurado una fiesta americana de origen europeo.
¡Feliz Halloween, amigos! (O feliz noche de los muertos)